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Ha muerto la pedagogía vivan los fármacos

Ha muerto la pedagogía vivan los fármacos?

Proliferación de los psicofármacos en las escuelas

Los diagnósticos fraudulentos de trastornos mentales en los niños abren las puertas al consumo de drogas que alteran la mente.

 

 

OTRA MIRADA

En un pasado no muy lejano, al niño que no prestaba atención en clase, que no se estaba quieto, o que tenía problemas para aprender, se le corregía utilizando disciplina o dándole más trabajo, y los profesores se arremangaban para averiguar cuál era la dificultad que el niño tenía con sus estudios. Al final, incluso los niños más problemáticos, que eran una minoría, mejoraban. En general, los padres y profesores tenían paciencia. Reconocían lo que era el comportamiento normal de un niño y no se preocupaban innecesariamente.

Sin embargo, si uno tuviera que creer a los psiquiatras de hoy en día, la conducta más normal en un niño, resultaría ser uno o más de los múltiples “trastornos” mentales. Y, desafortunadamente, eso es lo que creen muchos de nuestros profesores, ya que cada vez se envían más niños a los psiquiatras para que les den “tratamiento”.

La tendencia actual ha llevado a que algunos observadores se pregunten si los días en que los profesores y directores de las escuelas eran verdaderamente responsables de la educación y el cuidado de los niños, quedan ya lejanos. Ahora en cambio, los problemas del aprendizaje (como la incapacidad para comprender las matemáticas) se han clasificado como enfermedades mentales. Los psiquiatras aseguran que casi todo niño que no sea tranquilo, callado, estudioso, tenga un comportamiento perfecto y obtenga buenos resultados académicos debe de tener un “desequilibrio químico” en el cerebro. El “tratamiento” es tan sencillo como homogéneo: darles psicofármacos.

Sólo hay un problema con esta teoría, y en este caso no hace falta más: es falsa. Nunca se ha podido demostrar o respaldar científicamente. La teoría sobre “el desequilibrio químico” aparenta ser un “hecho” porque se presenta por la “autoridad”. Eso puede parecer inverosímil, si consideramos que millones de niños, incluso bebés de 18 meses, ya están tomando anfetaminas, antidepresivos y otras drogas psicotrópicas que alteran la mente.

El Dr. Fred A. Baughman Jr., neurólogo infantil y miembro de la Academia Americana de Neurología, que ha expresado por todo el mundo su postura en contra de la administración de drogas a los niños, afirmó: “No existe un sólo ‘trastorno de comportamiento’ que se haya podido comprobar que sea una enfermedad o algo orgánico o biológico”.

El “trastorno” que se diagnostica a los niños con más frecuencia, es el Trastorno de Atención Deficitaria por Hiperactividad (ADHD). Baughman se dio cuenta de que en un informe publicado durante la Conferencia del Instituto Nacional de Consenso para la Salud sobre el ADHD, que tuvo lugar entre el 16 y 18 de noviembre, se admitía que el ADHD no existe: “No tenemos ningún test válido independiente para poder diagnósticar el ADHD, y no existe ninguna evidencia que indique que el ADHD está causado por una disfunción cerebral”.

De la misma forma, Baughman indicó que tampoco existe ningún test válido para los otros dos “trastornos del comportamiento” que se diagnostican con frecuencia.

Los expertos afirman que estos trastornos son un fraude, y que cualquier diagnóstico que desemboque en la administración de peligrosos psicofármacos a un niño, no es sólo fraudulento, sino que también es un delito.

Aumento de las drogas en España

No sólo se está extendiendo la administración de psicofármacos con receta médica, sino que una verdadera invasión de estas drogas prolifera ya en toda la cultura española. Los psicofármacos se consumen porque se están “popularizando” a propósito, a través de la publicidad y programas de marketing de la industria psiquiátrica.

Recientemente, el presidente del Plan Nacional de Drogas denunció que las intensas campañas comerciales de estas drogas psicotrópicas están ocasionando grandes daños, debido al enorme abuso de las recetas de psicofármacos para niños y adolescentes.

Estos psicofármacos no sólo alteran la química del niño, los sentidos y su punto de vista, sino que tienen efectos secundarios, a veces severos. En algunos casos, los efectos secundarios se diagnostican erróneamente como otro “trastorno mental” por lo que una vez más se les administra otro psicofármaco. En otros casos, se reconocen los efectos secundarios, pero se “equilibran” con otro fármaco. Es frecuente que a algunos niños se les receten dos, tres o más drogas psicotrópicas a la vez.

Los casos de violencia infantil en España, recientemente dados a conocer por los medios de información, también tienen una cosa en común: los psicofármacos.

Drogas adictivas que dañan el cerebro

Pero la violencia está lejos de ser el único motivo de preocupación debido al incremento del uso de psicofármacos en niños.

Las drogas más usadas, los estimulantes, se han recetado a un gran número de niños en edad escolar en Estados Unidos desde donde la tendencia a utilizar dichos psicofármacos se ha extendido a otros países, incluido el nuestro.

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Estos psicofármacos no sólo alteran la química del niño, los sentidos y su punto de vista, sino que tienen efectos secundarios que a menudo son graves.

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A pesar de eso, los investigadores americanos están encontrando pruebas irrefutables de que los estimulantes como la Ritalina (el que hace más tiempo que se utiliza) no sólo desacreditan cualquier eficacia de un “tratamiento” basado en estos estimulantes, sino que conlleva preocupantes conclusiones sobre sus efectos fisiológicos.

Esa evidencia incluye un informe publicado en el ejemplar del 22 de agosto de 2001, de la Revista de la Asociación Médica Americana, sobre el estudio dirigido por la Dra. Nora Volkow. La Dra. Volkow comenta que: “A los investigadores nos sorprendió muchísimo encontrar pruebas concluyentes de que la Ritalina es más potente que la cocaína. No nos lo esperábamos... Los datos muestran claramente que la noción de que la Ritalina es un estimulante débil es totalmente incorrecta”. Los investigadores admitieron que se desconocen los efectos a largo plazo de los cambios químicos en el cerebro, causado por el methyphenidate (el nombre químico de Ritalina) a pesar de que desde hace varias décadas se administra esta droga a los niños.

Desde hace algún tiempo ya existían indicios de que el consumo de estimulantes encogía el cerebro, pero según se describe en un informe publicado en el Doctors for Disaster Preparedness Newletter del mes de septiembre de 2001: “Hasta ahora no se habían investigado, de manera sistemática, los posibles efectos (del tratamiento estimulante) en el desarrollo del cerebro. Un estudio publicado por la Universidad de Buffalo en Nueva York en noviembre de 2001 “sugiere que la Ritalina tiene el potencial de causar cambios a largo plazo, en la estructura y función de las neuronas”.

Entre los falaces argumentos utilizados para respaldar la administración de anfetaminas a los niños, se dice que las dosis son demasiado “pequeñas” para desencadenar los peligros que conllevan las drogas, tan ampliamente conocidos.

Sin embargo, las pruebas científicas que se van acumulando indican que esas “pequeñas” dosis son también bastante peligrosas. Tal y como afirmó Rochellys Dias, neurobióloga del Karolinska Institutet de Estocolmo en septiembre de 2001 en Dagens Medicine: “El tratamiento con pequeñas dosis de estimulantes del sistema nervioso puede llegar a ocasionar alteraciones a largo plazo en aquellas partes del cerebro que rigen la atención y memoria”.

Pero los peligros de las anfetaminas no se limitan a la adición, lesiones cerebrales y problemas de atención y memoria. Según se ha dado a conocer, también causan problemas de corazón y otros daños fisiológicos, como el cáncer.

Según el Dr. Samuel Epstein, profesor emérito de medicina ambiental de la Universidad de Illinois, la Asociación Médica Americana de Pediatras: “Hace caso omiso de las claras evidencias de riesgo de cáncer que implica la ingestión de Ritalina y los padres, profesores y enfermeras, aparte de la mayoría de pediatras y psiquiatras, desconocen esa información”.

Según el informe de la Coalición para la Prevención del Cáncer de octubre de 2000, el Dr. Epstein se halla especialmente preocupado por la “creciente incidencia de cáncer infantil, que es un 35% superior a la de las últimas décadas”.

El comunicado de la Colición especificaba “No existe justificación alguna para recetar Ritalina, ni siquiera por parte de pediatras y psiquiatras especializados, a menos que se haya informado debidamente a los padres de que existe el riesgo de desarrollar cáncer”. “De otro modo, recetar Ritalina constituye, indiscutiblemente, un delito de negligencia médica”.

Consecuencias que afectan a toda la sociedad

Los psiquiatras, con su fraudulenta etiqueta de “expertos” y con otras etiquetas que “suenan” científicas, han engañado a millones de padres, profesores y directores de colegios.

El afán de los psiquiatras por poner etiquetas y drogar a los niños, trae consecuencias para toda la sociedad. El mensaje implícito que reciben los padres y profesores es que no son responsables de los problemas de comportamiento infantil y del aprendizaje, y que no pueden hacer nada al respecto. Según los psiquiatras, incluso tener problemas con las matemáticas (“trastornos de las matemáticas”) significa que existe un “desequilibrio químico” que requiere psicofármacos.

Y por supuesto, cada año, los psiquiatras descubren más “trastornos infantiles”. Estados Unidos ha sido el país líder a la hora de inventar nuevas etiquetas de diagnóstico. Esto no se hace aplicando el método científico, sino que se efectúa votando la existencia de esos nuevos “trastornos” durante la convención anual de la Asociación Americana de Psiquiatras. Después, dichos “trastornos” aparecen publicados en el Manual Estadístico de Diagnóstico Psiquiátrico, que es la Biblia del diagnóstico (y de la facturación) y que luego utilizan como estándar en todo el mundo.

El “tratamiento” consiste, casi siempre, en psicofármacos. Por lo tanto, los beneficios siguen creciendo, y la industria psiquiátrica se embolsa miles de millones de dólares, incluyendo los laboratorios farmacéuticos que suministran los psicofármacos para todos estos trastornos que se inventan los psiquiatras.

Aumentan las reacciones adversas

Sin embargo, durante el último año, esta máquina despiadada de hacer dinero ha ofendido la sensibilidad de demasiada gente. En Estados Unidos, muchos estados han aprobado resoluciones y leyes en las que se pide a las escuelas que utilicen métodos no psiquiátricos para solucionar los problemas académicos. Además, el tema se expuso en el Congreso de ese país donde se han realizado investigaciones y estas van a continuar.

Por otra parte, un creciente número de políticos, medios de información y defensores de los derechos humanos, también acusan a la industria psiquiátrica de estar motivada por el ánimo de lucro en lugar de trabajar en pro de la salud mundial. El mercado de los psicofármacos ha sido extremadamente lucrativo para los psiquiatras y laboratorios farmacéuticos. Cierta información aparecida recientemente en los medios de comunicación de EE.UU, muestran también cómo los psiquiatras que investigan y defienden ciertos psicofármacos están siendo respaldados económicamente por los laboratorios farmacéuticos. Un enredado conflicto de intereses.

Un informe publicado en una revista americana, por ejemplo, documentaba las cantidades astronómicas de dinero público de los contribuyentes que acaba en manos de los psiquiatras, y que está en proporción a la cantidad de trastornos mentales que se “descubren”. El informe detallaba también, cómo los psiquiatras que están patrocinados por las empresas farmacéuticas promueven los productos de esas empresas en el tratamiento de lo que ellos llaman trastornos.

Es seguro que, muy pronto, las secuelas también azotarán a Europa. Si los psiquiatras se salen con la suya harán todo lo posible para drogar a nuestros hijos y hacerse con los beneficios económicos, antes de que se les obligue a dejar de trabajar. Si las voces sensatas de los padres y verdaderos profesores se salen con la suya, regresaremos a la tradición en la que se respetaban los métodos de criar y educar a nuestros hijos, libres de drogas que alteran la mente.

Las futuras generaciones nos lo agradecerán. 



 
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